jueves, 10 de julio de 2014

«Ampliación del campo de batalla», de Michel Houellebecq



A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla. Te pido que te remontes a ese preciso momento. Fue hace mucho tiempo, ¿no? Acuérdate: el agua estaba fría.

Primera novela de Houellebecq. Un tipo que tiene la maldita habilidad de meter los dedos en tus entrañas y jugar con ellas. Retorcerlas un poco y crear cierta inquietud amarga, como si la dureza de su voz respondiera a una realidad igual de dura que sin embargo él narra con relativa indiferencia. Con mordaz indiferencia. Esta novela...o este libro...es extraño. Houellebecq parece nadar siempre en el mismo terreno, aunque con enfoques distintos; aquí muestra la imagen de una sociedad definida pero con grietas, con hastío, con una desesperanza seca, con mucha ausencia, cuyo narrador va camino, y de momento sólo camino, de la desesperación o de la depresión. El desierto se va infiltrando en las mentes, quizá se reconoce en la mente colectiva aunque sea el narrador quien lo sufra. Las relaciones humanas se van haciendo imposibles y van desapareciendo. La sociedad se rige por el liberalismo económico y sexual, bastiones de la ampliación de ese campo de batalla en el que uno juega, quiera o no. Los individuos responden a una especie de automatismo que apetece destrozar, según qué lectura se haga. El aire está marchito, pastoso, putrefacto. Decadencia, sometimiento. Humanos que son poco humanos. Una moral la del narrador que va encontrando sus propias flaquezas e introduciéndose él mismo en ellas con media sonrisa socarrona. Es la inercia. O lo único que queda. La impotencia ha llegado.
El narrador se mantiene como observador distante y anónimo, relativamente excluido del panorama capitalista, que avanza sin cesar. Observa y analiza, con humor, con sarcasmo, con crudeza, la gente con las que se topa. Hay una especie de pesimismo activo en toda su panorámica que va marcando los puntos de su análisis cadavérico.

Desde hace años camino junto a un fantasma que se me parece y que vive en un paraíso teórico, en estrecha relación con el mundo. Durante mucho tiempo he creído que tenía que reunirme con él. Ya no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario