viernes, 30 de enero de 2015

«Historia de un idiota contada por él mismo», de Félix de Azúa



   No sé si el narrador y protagonista de esta historia es un idiota tal como hoy podemos entenderlo o un tipo algo extraviado que, inmerso en entuertos del siglo XX, se esfuerza por entender y encontrar un camino más o menos recto, una búsqueda de la felicidad algo extravagante, experimentando y analizando y sacando algunas conclusiones. Quizá (no lo tengo demasiado claro) viva en una casi permanente sorpresa (o dejándose sorprender) ante la cargada confusión del tiempo en que vive e interpreta. Porque el idiota (éste, digo) interpreta, y lo hace, claro, desde su posición propia (de idiota); así que la búsqueda irá más enfocada a un desbroce de eso que llaman felicidad que a una posible conquista de la misma. Narra los descubrimientos que hace durante su vida y en su contexto, que se le presentan a él más que hallarlos, de manera que parece que se le escapara la risa al verse escribir la historia, al verla así reflejada, así contada, aunque el lector tiene a veces que poner un poco de su parte para situar los codazos cómplices (y enérgicos). El idiota se sabe no-feliz y está bien así, supongo. Hace un recorrido por su vida que hay que leer como una sátira, pero como una que contiene certezas que además de una sonrisa burlona hacen al lector tomar cierta seriedad de fondo (pero luego se pasa, no importa). Félix de Azúa es terriblemente hábil, y merece la pena adentrarse en su obra, aunque haya que parar y respirar y ordenar ideas.


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