jueves, 17 de septiembre de 2015

«Brillante como una cacerola», de Amélie Nothomb



   La habilidad de Nothomb llega a lugares insospechados. Los cuatro cuentos que componen este volumen ilustran casi a la perfección la posibilidad de la lectura a varios niveles y vienen a romper algunos encasillamientos. Son relatos teóricamente juveniles, pero sólo teóricamente. En el fondo creo que van dirigidos a cualquier público, casi más a un público adulto y entrenado.

   A Nothomb le basta con esgrimir unas pocas palabras bien colocadas para poner en jaque al mundo. Destruye a la vez la línea clásica del cuento y la posible enseñanza moral creando una especie de contramoraleja, casi como si hiciera algo de justicia; embiste sarcástica contra tópicos fundamentales e inamovibles de la sociedad, pone al descubierto el absurdo o la violencia que guardan y huye de finales complacientes —el mundo no puede serlo, parece que asume—; consigue con extrema solvencia expresar y significar grandes cosas a partir de creaciones brevísimas. Me temo que Nothomb es una de las mejores escritoras de nuestro tiempo.


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