domingo, 6 de diciembre de 2015

«El factor Borges», de Alan Pauls



   Pero ¿leer no es, no sigue siendo siempre desgarrar, entrometerse, irrumpir en un orden sereno, satisfecho de sí, devoto del silencio, las puertas entornadas y las persianas bajas?


   Quizá destaquen en la obra de Borges el minimalismo y la inconmensurabilidad, la expresión de universos a partir de escenas clave, de algunos versos precisos, de unos pocos ajustes contextuales, de alguna suerte de sentido de la ubicuidad y la bifurcación. En ese sentido, tratar de explicar —agotando— su obra, es prácticamente imposible. Imposible en tanto que, de alguna forma (y por suerte), siempre parece quedar algo pendiente, alguna pregunta abierta. Lo que sí puede hacerse es analizar las estrategias usadas —a conciencia o no— por Borges, sus motivos e ideas, acercarse a las condiciones de posibilidad para abordar su lectura —para habitarla— con cierta plenitud, hasta donde eso sea posible.

   Pauls lleva a cabo esa misión apoyándose en algunos aspectos esenciales de Borges pero también en los más periféricos o distanciados de los escritos en sí y del Borges escritor para entrar desde allí en su obra, y lo hace además mediante glosas que acompañan y complementan al texto, creando un artefacto cercano al que habría gustado a Borges, no un mero texto sino algo más, algo que informa y conforma una manera de leer, que ayuda a pensar la lectura de cierta manera, pudiendo ir siempre un poco más allá, profundizar, configurar la mirada.

   Pauls cambia el foco para poder ver mejor el punto de interés. Lleva a cabo un ejercicio de ruptura para facilitar la entrada en el mundo borgeano, en el acto de leer a Borges, haciéndolo más accesible e incluso desmitificando algunos lugares comunes, asumiendo, con todo, que no es sino otra manera de afirmar su maestría.


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